He leído muchas —a mi juicio— tonterías sobre los libros electrónicos; la principal y más recurrente es que «no tiene el mismo encanto que un libro en papel». (Casualmente, en mi experiencia al menos, quienes dicen esto no han usado un e-reader en su vida).
Los libros digitales son mucho más cómodos —como explicaré debajo—, no ocupan sitio (salvo algunos kb en el disco duro), son ecológicos y supereconómicos: el precio de unos ocho libros en papel.
¿E-reader o tablet?
Es lo primero que uno se plantea. Muchos cometen el error de pensar que un e-reader es una limitación, que solo sirve para leer, mientras que en una tableta se puede leer y hacer muchas otras cosas, lo cual es cierto.
Sin embargo, la gracia del Kindle es su pantalla de tinta electrónica, gracias a la cual no se te cansan los ojos, ya que es como leer un papel de toda la vida; por contra, en una tablet, a la hora de leer se te acabará cansando la vista por la iluminación de la pantalla.
Ojo, yo también tengo una tablet. Los dos aparatos son complementarios, y cada uno sirve para una cosa.
El tamaño es estupendo
El Kindle es algo más pequeño que un libro de bolsillo normal, con una pantalla de 6 pulgadas (15 cm). Este tamaño es ideal, ya que permite cogerlo con una sola mano, entre los dedos, tanto por su ancho, como por su peso (unos 200 gramos, menos que cualquier libro en papel). Esto hace que no tenga que cambiar constantemente de postura por el cansancio de los libros más gordos, que además, a menudo, son difíciles de coger e incluso de mantener abiertos de forma razonablemente cómoda.
Pantalla cómoda de leer, como el papel
La pantalla tiene unas dimensiones muy similares a las de un libro de bolsillo. Gracias a la tecnología de tinta electrónica, parece que estás leyendo en una pizarrita en la que se ha escrito con bolígrafo; incluso las imágenes (en blanco y negro, eso sí) tienen una resolución y calidad estupenda.
La pantalla del Kindle tiene un tratamiento antirreflejante, de modo que si lees bajo el sol o una luz artificial sufrirás menos el reflejo, salvo que la luz dé muy directamente (a mí me pasa a veces al leer en la cama con el flexo).
Además, los nuevos modelos incluyen una pantalla táctil que hace que manejarlo y escribir sea pan comido (aunque no responde tan bien como la pantalla táctil de un teléfono, todo sea dicho).
Sencillez de manejo y de obtener nuevos libros
Destaca lo fácil que es hacerse con los libros: se pueden comprar desde el propio Kindle (ya que dispone de wifi) o desde la web o app; en todos los casos, el libro se transfiere en menos de 1 minuto y está listo para leer.
Otra cosa fabulosa es la capacidad de descargar un fragmento gratuito, más o menos el 10 % del libro, para saber si te convence antes de comprarlo.
Por otro lado, los libros ajenos a la tienda Kindle —por ejemplo, uno que descargues o compres de otra web— se pasan fácilmente al Kindle simplemente enviando un e-mail o mediante el cable USB.
La batería es muy duradera
La batería de un Kindle dura muchísimo, hasta un mes si se hace un uso normalito, no muy intenso. Se recarga simplemente conectándolo al ordenador mediante el cable USB que viene en el paquete.
Varios diccionarios fáciles de consultar
Viene con varios diccionarios incorporados, entre ellos el de la RAE, así como de inglés, alemán, italiano… Si no conoces el significado de una palabra, sitúa el cursor sobre ella y automáticamente podrás leer la definición.
Marcadores y notas
Puedes subrayar tu libro y añadir notas y marcadores para poder acceder rápidamente a los pasajes que más te hayan gustado. Gracias a su pantalla táctil, hacer esto es facilísimo.
Aumenta o disminuye el tamaño del texto
Mucha gente, desgraciadamente, ha dejado de leer libros por problemas de visión. Este es el caso de, por ejemplo, mi madre.
En el Kindle puedes configurar el tamaño del texto hasta un tamaño bastante grande, de modo que puedas leer sin problemas. También puedes ampliar el interlineado entre renglones, por si se te mezclan las líneas (que ayuda no solo a gente con problemas de visión, sino también a disléxicos).
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